
“Mira que hago un mundo nuevo” (Ap 21, 5).
Cuando termina un año y comienza otro nos encontramos en un presente de la historia y del tiempo. Podemos mirar hacia atrás por donde hemos venido caminado, podemos ver el momento presente en el que nos encontramos y podemos mirar hacia adelante, hacia donde va la historia o hacia donde nosotros vamos o queremos ir.
Mirando con ojos de fe hacia el año que ha terminado podemos descubrir la acción de Dios en nuestra historia personal y cantar sus alabanzas porque tenemos un Dios Providente, un Dios Emmanuel muy cercano a nosotros que incluso en los momentos difíciles, sin que nos diéramos cuenta, ha estado con nosotros y nos ha sostenido para que nos mantengamos en el camino de la fe.
Haciendo este ejercicio lo mejor que podemos hacer es dar gracias a Dios y reconocer que todo lo que somos y tenemos nos viene de él, pero también hay que darle gracias a Dios por todo lo que nos ha sucedido incluso aquello que no haya sido de nuestro agrado, pero que Dios ha permitido para hacernos madurar como seres humanos y como cristianos.
Mirando el momento presente, sobre todo después de estos años de pandemia, podemos considerar que hemos sido afortunados. Dios ha querido que estemos aquí y ahora iniciando un nuevo año, quizá porque tiene paciencia con nosotros para darnos tiempo de ser mejores o porque, en su designio, nos falta todavía algo que hacer en este mundo ya sea en favor de nosotros, pero sobre todo en favor de los otros, especialmente todas aquellas personas cercanas a nosotros ya sea por parentesco o porque de alguna forma están encomendadas a nosotros ya sea por nuestro trabajo, vocación o misión.
Mirando hacia adelante sabemos que seguiremos siendo los mismos, pero si colaboramos con la gracia de Dios podremos renovar nuestra vida de fe, esperanza y caridad en el seguimiento de nuestro Señor Jesucristo y, por otro lado, dado que el hacer sigue al ser, las cosas que hemos venido haciendo con la ayuda de Dios, las podremos hacer todavía mejores de como las hicimos el año pasado.
Pero una cosa muy importante para este año 2023 es hacer algunas cosas buenas y nuevas que nunca hemos hecho, pero que al hacerlas nos vamos a sentir más realizados como seres humanos y como cristianos y nos van a proyectar a una nueva etapa de realización y maduración.
Finalmente, pidamos a Dios que, con su ayuda y nuestra colaboración, este año 2023 sea un año de gozo y alegría en el Señor, un año de comunión fraterna y de vida digna y plena en Cristo Nuestro Señor que dijo: “Yo he venido al mundo para que tenga vida y la tengan en abundancia” ¡Feliz y santo año 2023!
+ Mons. José Trinidad Zapata Ortiz